No acabo de pillar muy bien lo de las fases de la desescalada (y no mintáis, vosotros tampoco, porque como me decía un profesor, si no tienes dudas es que no lo has entendido), pero la realidad es que por ahora seguimos en casa. Así que voy a aprovechar para compartir por aquí mis últimas sesiones de fotos, así como unos consejillos chorra, publicados en la Fanpage de Facebook, (y que ahora titulo en inglés para tirarme un poco más el rollo 😅):

Las ventanas y la lámpara de las últimas entradas. Aquí le sacamos partido a todo.
El primero, por orden cronológico, es el del blush o colorete. Parece una tontería, pero un poco de rubor en las mejillas puede darle muchísima vida a nuestras muñecas y, la verdad, no hay nada más fácil de hacer, como ya os expliqué hace tiempo en el tutorial de poner pecas:

Machaco y mezclo la tiza en un folio, y luego aplico en la muñeca como si usase una brocha de colorete.
Lo destacable, en este caso, es que no pongo fijador; cuando me canso del tono, lavo la cara sin más y hasta puedo darle otro tono o dramatismo según la época o el humor con que me pille.
La idea la saqué ya hace muchos años de Rotoplast. Y abro paréntesis para batallita: como seguro ya sabréis, Mattel cedió licencias de fabricación y comercialización de Barbie en diferentes países entre los años 70 y 90. Aquí tenemos las míticas Congost, pero hubo muchas más, como Cipsa en México, Estrela en Brasil, Top Toys en Argentina, Plásticos Gloria en Chile, o Basa en Perú. En Venezuela tuvieron a Rotoplast, que fabricó unas morenas de ojos violetas, guapas a rabiar, con la particularidad de que el colorete que llevaban era auténtico. Nada de pintado, pillaron maquillaje de verdad y a vivir. Pues bien, uno de los mayores tesoros de mi colección es una de esas Rotoplast, de la que no tengo foto decente porque se quedó en casa de mis padres (qué se le va a hacer, ya reeditaré la entrada), así que desde muy pronto practiqué eso del make up real, si bien sustituyendo el maquillaje de uso humano por tiza espolvoreada de pasteles, y hasta aquí el origen de mi truquito casero. Pero es que mirad qué mona:
Y aún no había desmontado el diorama del todo, cuando se me ocurrió cubrir el sofá rosa de Minimagine con una funda de cojín, doblada a la mitad. En dos minutos, con un par de alfileres para darle una caída más estética, ya tenéis un sofá nuevo. Que ojo, yo he cubierto uno auténtico, pero este sistema sirve igual para tapar una estructura básica de cartón pluma u otros materiales menos glamurosos 😉:
Y una vez colocada, a darle rienda suelta a los filtros, que la funda de algodón tiene una textura de lo más fotogénica:
Y bueno, con una MTM posando, ya ni os cuento el juego que tendréis para repanchingaros a gusto…
Y poco más que contar en un post que era una excusa para compartir por aquí mis últimas fotos. Simplemente añadir que el conjunto de camisa y pantalón vaquero es de Clear-lan, mientras que en las primeras fotos, viste camiseta de London Peachy Baby Shop, falda de un Pack de ropa Fashionista tall y deportivas de Momoko.