Ahora que acabo de volver de mis vacaciones, no estaría mal publicar ya de una vez las del año pasado, manteniendo así mi media lamentable de velocidad en actualización del blog. Y es que para situaros en el tiempo y que comprendáis mi vehemencia, este viaje lo empecé justo el lunes post Convención de Barbie 2016, cuando resacosos de tanta diversión, muy temprano (tanto que a pié sólo estaba el mitiquísimo Dámaso de Juguetes Dámaso) salimos para el aeropuerto con destino Edimburgo:

Y aún temprano, ideal.
Y tras abandonar un Madrid a casi 30 grados, nos encontramos con un Edimburgo a 8, eso sí, soleado y precioso:

Aeropuerto con cartel bien grande, por si te has confundido
Superado el shock térmico, nuestra primera parada fue obviamente en el hotel, esta vez el B+B Edimburgh. Uno de los síntomas más claros de que esto de las muñecas se me está yendo un poco de las manos es que, cuando lo estaba reservando, sólo podía pensar en qué bonitas fotos iba a hacerles dentro…bueno, eso y que tenía unas críticas estupendas, jejejeje. ¡Pero sobre todo lo primero! Y aunque no suelo poner muchas cosas sobre los sitios en los que nos alojamos, creo que voy a empezar a hacerlo, ya que sin duda esta vez sí lo merece, porque además de ser un lugar precioso, nuestra habitación era de morirse, nos hicieron sentir como en casa, todo el mundo fue majísimo y además tienen una recepcionista española, Tania, que es un verdadero amor.

La biblioteca del hotel

La cafetería
Una vez descansados y todo lo abrigados que pudimos, tocó descubrir la ciudad (y algún sitio donde vendiesen camisetas térmicas). Si os pasa lo mismo, Mountain Warehouse, en Princes Street es una opción estupenda, creedme. Frío y todo, tuvimos muchísima suerte, porque los días fueron muy soleados y pude hartarme a sacar fotos:

Inmediaciones del hotel

Aunque claro, se notaba que en pleno octubre los días eran más cortos (lo que se traduce en filtros a dolor para iluminar un poco):

Callejeando con el Castillo de Edimburgo al fondo

Victoria Street

Market Street

Paseando por Old Town

Atravesando los jardines de Princes Street
Tengo que confesar que después de tanta juerga de Convención, me hice un taco con la ropa que tenía preparada para el viaje, y mandé directamente para casa mucha de la que tenía pensada para Escocia. De hecho, no tuve claro qué había hecho con ella hasta que volví. Afortunadamente, la sala de ventas fue lo suficientemente provechosa para que aún despiste y todo, ir ideales todo el viaje:

Para el primer día:
Enamorados de la ciudad ya sólo con el primer paseo, el segundo día lo empezamos con fuerza, por el Castillo de Edimburgo (Edinburgh Castle), una fortaleza cargadita de museos, que nos dejó claro que guerra que hay, guerra a la que se apuntan:






Y de ahí a la Royal Mile, a seguir paseo:


Y a comprar bufandas, cómo no
Y el modelazo por partes:

Esta vez viste:
Nuevo día, que esta ciudad da para mucho, y tocaba ver el West End & Dean Village. Vamos, que la cosa es patear y dejar los pies reventados, sin eso no soy capaz de concebir unas vacaciones, pero antes el desayuno en el hotel:


Casitas adorables

Y de nuevo a Old Town, al Museo Nacional de Escocia, visita obligada, porque desde luego este país se distingue por su inventiva. No pretendo soltar ahora un rollo sobre los evidentes efectos beneficiosos que una alfabetización precoz tienen en un pueblo, pero aquí tenemos un ejemplo claro e intentaré ser muy breve en la explicación: la Reforma Protestante del s. XVI, encabezada allí por John Knox, supuso entre otras muchas cosas, una nueva concepción de la relación con Dios, mucho más íntima, de contacto directo a través de la lectura de la Biblia, lo que implicaba necesariamente que la gente supiese leer. Esto lo consiguieron a través de las escuelas parroquiales diseminadas por todo el país, reduciendo drásticamente el analfabetismo en apenas siglo y medio, y lo cierto es que a mediados del siglo XVIII la alfabetización alcanzaba ya al 75% de la población, situándose entre la más culta de Europa, mientras que a finales del s. XIX los niveles de analfabetismo eran mínimos, de ahí que Edimburgo llegase a ser llamada la Atenas del norte. Y esto me da una envidia que no me cabe en el cuerpo porque en ese momento, en España, apenas llegábamos a la cuarta parte, con una alfabetización femenina casi testimonial. Triste, muy triste…porque de aquellos polvos vienen estos Mujeres hombres y viceversa lodos. Me he ido como siempre, perdón, pero os propongo, para no enrollarme más y no daros todo masticado, que busquéis por internet «inventos escoceses»….un, dos, tres…responda otra vez.

Volviendo al tema, el museo es entretenidísimo, gratis (importante, que acabamos de sufrir el atraco de los museos holandeses), y hasta podéis encontrar a la oveja Dolly disecada, caquitas y todo:


En conclusión, si os sobra tiempo o hace mucho frío por la calle, echaros un garbeo por él, que no lo vais a lamentar. Y el modelazo de ese día:
- Vestido y medias de SquishTish.
- Zapatillas de Momoko.
- Bolso que le he hecho yo y del que algún día compartiré tutorial.

Ecuador de la entrada (ya veo la luz al final del túnel)…y día de excursión, esta vez a la Capilla de Rosslyn, una escapada también muy recomendable, porque el entorno es muy chulo y queda bastante cerca en bus:



Me leí hace un montón de años el Código Da Vinci y al parecer me marcó bastante poco, porque ni me acordaba de que salía esta capilla, pero se ve que ahora está muy de moda, ya que aprovechando la difusión tienen la zona muy acondicionada al turismo e incluso una edificación con cafetería/venta de recuerdos estupenda, y como siempre, todo el mundo encantador:

De ahí regresamos a Edimburgo, el bus nos dejó en el centro y esta vez nos acercamos hasta al Museum of Childhood, otra visita obligada para coleccionistas., y si no, ojito a la oración que tienen colgada:

Posiblemente adquirido por Patrick Murray en Estados Unidos en 1967
Tiene una colección muy completa de juguetes, de todo tipo y tiempo que hacen la visita la mar de entretenida. Evidentemente, me centré en la parte de muñecas, a las que dedican un montón de vitrinas…y sí, muchas eran muy siniestras, a las muñecas antiguas les pasa mucho:


Y luego a pasear, pasando por los Jardines de Princes Street:



Justo en medio de esta zona ajardinada está la Galería Nacional de Escocia/Scottish National Gallery, pequeña pero apañada, que hasta cuenta con un Velázquez. No hay foto-Barbie decente, lo siento. Y por fin la cena, en The Last Drop:

Y aquí un inciso importante: Escocia es un país maravilloso, Edimburgo precioso y la gente es de la más agradable que me he encontrado viajando…pero la comida es terrible. Uno de los pocos sitios decentes ha sido éste, y vuelvo a dar las gracias a la recomendación que me hicieron por instagram:
Por cierto, este día vestía pantalón y blusa de The Scissors Madrid, bolso de Charlotte Olympia Barbie, cazadora de Andy Warhol Barbie y gafas de Bouclé Beauty Barbie.
Y seguimos con las excursiones, esta vez más lejos y con guía español recomendado por el Hotel, ruta de lagos, castillos y destilerías, con inmersión profunda en la historia escocesa, empezando por el campo de la batalla de Bannockburn, con el monumento a Robert the Bruce:

Bannockburn Battlefield
El monumento a William Wallace (una torre con vistas que no me cabía entera en la foto):


El castillo de Stirling. Hay más fotos aún, pero creo que es pasarse. También tengo de otro castillo pero como no recuerdo el nombre ni son especialmente buenas, con estas llega:





Lago Katrine:

Tanto verde y tan poco comestible



Vacas cuquis y amigables.
Y por supuesto no podía faltar una destilería de whisky escocés, Deanston Distillery.




La visita fue muy interesante, pero quizá lo más anecdótico fue encontrar al único escocés imbécil y desagradable que conocimos en todo el viaje, tanto que me cuesta creer que fuese escocés. Y eso que íbamos pagando, ojo, pero al parecer le molestábamos en la visita. Menos mal que en la zona de catas nos hicieron olvidar pronto a ese personaje y pudimos quedarnos con un magnífico sabor de boca de la excursión y seguir recomendando la destilería.
Y el conjunto bien abrigado de ese día:

Lista para un nuevo día, esta vez tocaba centro, zona New Town, para sumergirnos en la arquitectura georgiana:

Y empezando, claro, por la Georgian House:


He estado en un montón de casas «históricas», mejor o peor conservadas, de diferentes épocas, con decoración más o menos ostentosa. Pero ninguna me ha gustado tanto como ésta, todo gracias al grupo de jubiletas que tienen amenizando el tour, repartidas por toda la casa, explicando a los visitantes cómo era la vida diaria en cada una de las instancias, con una amabilidad y simpatía que nos hicieron echar allí media mañana, en vez del ratito que teníamos planificado inicialmente. Así que de ahí a comer, sitio modernolo recomendado en la guía. A ver, no estaba nada mal…para ser Escocia:
Y a seguir ruta, que queda poco tiempo y hay que aprovechar:

Scottish National Portrait Gallery

Scottish National Portrait Gallery

Y más pateo

Y por fin, la foto que me moría por hacer desde antes de aterrizar, la vista de Edimburgo desde Calton Hill, con el monumento a Dugald Stewart:

Y no podía ir mejor vestida, con un conjunto de The Scissors Madrid y sombrero de Encarna Olivas.
Y último día y despedida cargada de pena (y eso que a esas alturas de viaje teníamos ya mucha hambre). Así que un último café:

Una última mirada a la recepción:

Y a volar, que áun nos quedaba una tiradita:


Escala en Madrid, donde seguía haciendo calor
Y el modelazo para el último día:

En fin, pedazo entrada. He tardado la mitad de las vacaciones en acabarla (y eso que he suprimido partes), pero me ha servido para recordar uno de los mejores destinos de los que hemos disfrutado. Así que si podéis, no dudéis en ir, vale mucho la pena.